
Cuando permito que la emoción tome el control, bien sea que me dé cuenta o no, la acción pasa a un segundo lugar, haciendo que demore la recompensa del logro. Si la emoción es “negativa”, entonces el miedo invade y la parálisis se hace presente, lo curioso es que cuando la emoción es “positiva”, ocurre lo mismo, con el agravante que Sigue leyendo
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