Un terremoto es, por definición y al menos hasta ahora, un movimiento de placas tectónicas que no podemos predecir. Similar a  como pedirle a alguien que no se rasque cuando siente comezón o en una escala diferente, como pedirle a un perro que no se sacuda cuando siente hacerlo. Es algo totalmente inevitable. Básicamente son reflejos, respuestas “impredecibles” ante estímulos del entorno.

Por más que nos preparemos, los terremotos nos toman por sorpresa y aunque hayamos ensayados salidas de escape, es muy complicado controlar el pánico que nos da. Solo después de mucho entrenamiento y práctica es que podemos, sin vacilación, tomar las acciones necesarias para salir ilesos de un evento como este y poder, en el camino apoyar a otros.

Las acciones a tomar durante un sismo terráqueo o a uno emocional son muy similares, todas orientadas a salvaguardar nuestra integridad:

En un terremoto                                                                             En un sismo emocional

No pierda la calma

No pierda la calma, respire.

Aléjate de objetos que puedan caer.

Aléjate de seguir conectado con la causa del movimiento.

Utilice su vía de escape.

Encuentra una válvula que le devuelva la paz.

Aléjese de ventas, paredes y techos.

Aléjate de personas que te conecten con la negatividad.

No utilice los ascensores.

Tómate su tiempo para asimilar. No hay atajos.

Solo por mencionar las normas básicas que pueden salvarnos la vida, en ambos casos. Pero al igual que en un movimiento telúrico, cuando algo nos afecta emocionalmente, solo debemos tomar control de lo único sobre lo que podemos influir, nosotros mismos. Recuerda, no es lo que sucede a nuestro alrededor, es lo que hacemos y como nos comportamos con relación a eso que pasa lo que nos hace más o menos felices.

Todo lo mejor para ti.-