
Cuando era niño solía hacer travesuras, especialmente cuando pensaba que nadie estaba mirando, pero recientemente me di cuenta que siempre hay alguien observando con atención. No juzga ni reprende, solo observa y asiente, en este caso me refiero a algo sublime, a Dios mismo. Pero hay otras ocasiones en las que el público es mucho más palpable, un niño inocente mirando como insultamos a un cajero de banco no tan veloz, o un grupo de personas escuchando como le reclamamos airada y públicamente a nuestra pareja por algo que nos disgusta. Siempre hay alguien observando.
Nuestras acciones determinan el entorno que nos rodea y la audiencia a la cual transmitimos el mensaje, sin importar el canal.
La invitación de hoy: Toma la decisión de influir positivamente en tu entorno a través de tus acciones, no por tu audiencia, sino por ti mismo, veras como el público va cambiando y creciendo en la medida que tu “contenido”, es decir, lo que transmites, sea de mayor calidad.
Todo lo mejor para ti.-