
En momentos aciagos, siempre ha habido alguien que oportunamente me tendió su mano o me prestó su hombro, ya sea para ayudarme a salir del hoyo en el que me había metido o simplemente para recostar mi cabeza y descansar un momento. Bien es sabido que los caminos y las maneras de Dios son misteriosos, al menos para quienes no abrimos el corazón a recibir sus bondades, sin Sigue leyendo
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