Cuando entendemos que tenemos una inquietud a la que debemos atender con urgencia, especialmente si es un llamado que proviene desde nuestro interior, suele ocurrir que comenzamos a buscar apoyo. Lecturas, amigos “más enterados”, iglesias y más recientemente internet.

Es como cuando tratamos de aprender algún nuevo idioma, buscamos todo lo que escuchamos en diccionarios que traduzcan, a nuestra manera de entender, toda la información que estamos recibiendo y que no podemos procesar. Así se inician las pruebas a ver dónde está mensaje “correcto”. Pero buscando desde esta perspectiva, correcto o incorrecto, no es posible hallar eso que calmará el ansia por saber.
Tendemos a desesperarnos, a alejarnos de nuestra esencia y obviando lo elemental simplemente por algún viejo rencor o en el peor de los casos, dejándonos llevar por historias o noticias que no siempre están en lo cierto. La información existe y siempre ha estado cerca de ca Sigue leyendo
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