
Hay momentos en los que me siento verdaderamente superior, no a los demás, sino a mí, momentos en los que siento que todo lo puedo y nada es capaz de frenar mi avance, en estos momentos la invitación a la acción es imperante y la audacia toma el control de mis decisiones. Al pasar la efervescencia y el entusiasmo (tener a Dios por dentro), aparecen las dudas y los temores respecto a si Sigue leyendo
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