
Recibir premios supone el desempeño adecuado, poco menos que perfecto o por encima de los estándares estipulados. Pero estos premios también pre-suponen un espejismo peligroso como el de ser el pináculo del logro, como si una vez obtenido no tuviésemos más por hacer o avanzar. Algunos se duermen en los laureles y comienzan a vivir de glorias pasadas, al mismo tiempo, cada vez más personas Sigue leyendo
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