
Los caminos de Dios son misteriosos y a veces nos parecen enredados, como si nos hiciera dar la vuelta larga para poder entregarnos lo que siempre había querido darnos, la Felicidad. Pero tal vez no sea él quien nos hace dar la vuelta sino nuestros egos. Una vez más pareciera que su única misión es la de generar estrés y problemas en nuestras vidas, pero la verdad es que sin ellos, no seríamos lo que hemos llegado a ser.
De los egos podemos decir que son los encargados de disfrazar los caminos y las recompensas, encubren los mensajes de Dios, muchas veces en problemas o cosas que no nos gustan, solo para darnos cuenta, luego de un tiempo que si los hubiéramos enfrentado desde el comienzo, las recompensas habrían llegado a nuestras manos mucho más temprano. También se encargan de ponernos desvíos hacia caminos más ligeros y menos complicados que a la larga terminan siendo callejones sin salida repletos de frustración y círculos viciosos.
Ahora bien, ¿Es malo que nos lleven a esto de enfrentarnos a nuestros miedos? De no ser así, ¿Cómo creceríamos? Estaría complicado eso de dejar atrás las limitaciones que pensábamos reales y nos frenaban de hacer eso que debíamos hacer para poder avanzar. Saber esto es fácil, aceptarlo y darse cuenta, es un poco más complicado y aún más reconocer que caemos en las trampas y nos confundimos con sus disfraces. Es a través de nuestro corazón que logramos identificar la diferencia entre los mensajes de los egos, que son trampas y los mensajes directos de Dios, que nos llevan a la plenitud.

- Observa en ti las emociones y argumentos que se disparan a la hora de tomar una decisión, a más argumentos y sentimientos de culpa o tristeza, más de los egos provienen.
- Los mensajes del corazón son directos y precisos, se parecen más a una instrucción dicha con mucho amor, tal vez sea por esto último que no les hacemos caso.
- Dios siempre quiere lo mejor para cada uno de nosotros, pero esto incluye también la mejor educación y si has tenido que tomar esta decisión para tus hijos y/o para ti mism@, sabrás que la mejor educación es también la más exigente.
- Dejar de recibir un regalo de Dios por miedo, es como rechazar la una recompensa por el trabajo bien hecho, para que al final nos demos cuenta de todo ha sido una trampa de los egos.
En la auto-observación y en la atención a nosotros mismos que lograremos identificar las diferencias para poder evitar los disfraces y desvíos que el ego nos pone en el camino.
Todo lo mejor para ti.-