
Muchos caemos en esta batalla aunque sabemos que es una pelea perdida, por más rabia que nos dé la situación adversa que atravesamos y por más ganas de reclamar y luchar que tengamos, no hay manera de ganarle al amor que la genera. Como escribí hace unos días, no importa si el problema es causado por el destino, nuestras decisiones o como una prueba de Dios, cualquiera sea el origen, la lección está para ser aprendida y avanzar.
Pelearse con Dios no está mal, es como pelearse con nuestros padres, al final, todo lo hacen por amor y para protegernos, a veces hasta de nosotros mismos.
La invitación de hoy: No importa cuál sea la queja que tienes contra Dios, acércate de nuevo, reclama, protesta, llora, grítale, al final, cuando estés cansado él igual acogerá tu corazón y te reconfortará en el cansancio. «Peléate con Dios y atrévete a perder» – Martín Valverde.
Todo lo mejor para ti.-