Hace un tiempo, cuando iniciaba mis estudios en el área filosófica del Centro de Estudios Kardem (CEK), mi instructor de entonces HC, solía comentar: “… muchos afirman querer escuchar a Dios o a los ángeles, pero en realidad eso tiene implicaciones que muchos no estamos dispuestos a seguir”, en referencia a que aunque siempre escuchamos a Dios (a la divinidad, el universo, intuición o como prefieras llamarle), la mayoría de las veces no estamos dispuestos a prestarle atención y menos a seguir las instrucciones recibidas de forma clara.

La voz de Dios siempre está presente en nuestro día a día, el problema esta en que la mayoría de las veces no le prestamos atención.

Seguir a la intuición, que es el mecanismo que Dios emplea para comunicarse con cada quien, es complicado en la medida que nos mantengamos ausentes del presente, dándole fuerza al pasado para sentirnos culpables o no merecedores por haber hecho o dejado de hacer algo o al futuro, generando ansiedad o miedos que normalmente nos mantienen distraídos. Lo otro que nos impide lograr la plenitud con esta maravillosa conexión es la soberbia, esa sensación que nos hace sentir superiores y que en su máxima expresión la conocemos como arrogancia. Si, es difícil admitir que la arrogancia existe en cada quien, pero lo somos en medidas diferentes y muy individuales.

La invitación de hoy: a.- Practica la humildad y sabe que por mucho que creas saber, aun no sabes nada. b.- Haz silencio mental y de palabra, solo en el silencio interior puedes escuchar. c.- Practica de manera disciplinada, mantenerte En el presente a través de la identificación de esos pensamientos que te hacen sentir culpa o remordimiento (sobre el pasado) o ansiedad y miedo (sobre el futuro).

Todo lo mejor para ti.-