
Iniciarse en el camino de la consciencia tiene sus pormenores, en mi experiencia, el más resaltante a lo largo del camino es la frustración que nos causa la lucha interna. Nuestro pensamiento mágico (aprendido), nos lleva a pensar que, porque haber iniciado ya hemos recorrido un gran trecho, cosa que es en realidad muy cierta, pero que, al compararlo con el recorrido que está por delante, esos avances son verdaderamente minúsculos y cuando nos damos cuenta de ello, aparecen las tentaciones de regresar al camino anterior, pero en ese, tampoco nos hallamos.
Cuando nuestra consciencia se expande, no es posible regresar al estadio anterior. Pero como no estamos completamente preparado, tampoco encajamos en el siguiente nivel.
Entonces toca echar mano de nuestros recursos internos, respirar profundamente, superar la frustración y seguir adelante. A veces pensar que estoy haciendo es una obra maestra, me ayuda a encontrar ese rayo de Fe que necesito, ese haz que me ilumina y al mismo tiempo me permite tomar una respiración profunda y continuar con el proceso.
He rescatado una historia de reflexión que hace ya varios años, un gran amigo de mis grupos de Emaús, H. Torres, compartió con el grupo a manera de inspiración. En realidad, no hay mucho que agregar, solo conectarla con el espacio diciendo que cada paso de fe, nos acerca a la perfección a Dios mismo.
El gran artista Miguel Ángel tardó mucho tiempo en dar los últimos toques a una de sus obras más famosas.
Cierto amigo que lo visitaba casi todos los días le preguntaba siempre:
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- ¿Qué has hecho hoy?
A lo cual el maestro contestaba:
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- Hoy he perfeccionado ese detalle en la mano, he mejorado la sombra en aquella arruga, he arreglado la luz en aquella parte del vestido, etcétera.
- Pero esas son cosas poco importantes, son bagatelas sin importancia, dijo un día el visitante.
- Ciertamente, contestó Miguel Ángel; la perfección se hace de bagatelas que parecen sin importancia; pero la perfección no es una bagatela.
- Hoy he perfeccionado ese detalle en la mano, he mejorado la sombra en aquella arruga, he arreglado la luz en aquella parte del vestido, etcétera.
Y así es la vida del cristiano, está hecha de pequeños detalles, las pequeñas cosas de cada día. Pero no hay cosa tan pequeña que no merezca nuestra atención. Puede parecer una bagatela, pero no olvidemos que de esas bagatelas está hecha la vida, y la vida no es poca cosa.
La invitación de hoy: Hoy inténtalo, cuida los detalles de tu obra maestra (tú mismo), en lugar de prestar tanta atención a los ajenos, ve tus oportunidades de hacer esas pequeñas mejoras para construir la obra de arte que es Tu Vida.
Todo lo mejor para ti.-
Bilko Castro Arias
Me encantó este escrito, ciertamente la vida está hecha de pequeños detalles, y en ella todo cuenta…