
Es complicado mantenerse cercanos a Dios cuando el miedo o la rabia nos invaden. Cuando el mundo comienza a cambiar bruscamente, sentimos que las emociones nos abruman, la sensación de abandono crece y la desolación hace que nos alejemos de nuestra esencia. Los egos asumen el control y el perfecto sistema de supervivencia, en el cual estos (los egos) son expertos, toma las riendas de nuestra vida llevándonos por un río de emociones que, de no encausar tempranamente, puede desembocar en conflictos de escalas inconmensurables.
El miedo que nos protege de lo desconocido, la rabia que Sigue leyendo
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