Aparece un compromiso al que por desanimo tomas la decisión de no ir. Este compromiso es dentro de 3 meses y durante ese período, quienes te invitaron han estado reuniéndose periódicamente con el objetivo de prepararse para dicho evento, pero como ya has decidido no participar, entonces también te alejas de la preparación.

Llega el día y habiendo sido consistente en tu decisión, haces planes y tienes todo coordinado para pasar un tiempo de calidad en otras actividades, bien sea personales o familiares. Entonces recibes una llamada, muy amable recordándote que para quedar bien, habías dicho: “Si tal vez vaya” o “Si soy necesario, me avisan”. El equipo necesita apoyo. Pasan las horas y de pronto, aquellos planes y otros compromisos se van al traste y terminas siendo pieza fundamental del evento. La gran pregunta ¿Qué pasó, no que no querías participar?
Muchas veces nuestros egos desarrollan planes sobre lo que “queremos”, pero lamentablemente para ellos, no es en la mente donde se toma la decisión final. Si necesitas algo, de alguna manera, Dios se las ingenia para que lo obtengas, incluso a costa de lo que “quieres”.
Todo lo mejor para ti.-