Encerrado en mis pensamientos me encuentro como atrapado y sin opciones. No hay manera de que tome la decisión de avanzar en ese proyecto que me parece interesante. Tengo miedo de fallar, no se si sea capaz de lograrlo y mucho menos de ser lo suficientemente bueno como para llevarlo a feliz término. Es que no lo he hecho antes, no lo conozco, tampoco sé cómo hacerlo ni por donde comenzar. Todo es tan confuso.

Además, me han dicho que es difícil, que no podre hacerlo por mi mism@. Mientas sigo dando pasos dentro de este pequeño espacio, mi espacio, ese en el que me siento seguro y nadie puede entrar a menos que se lo permita. Pero la verdad es que quiero salir, pero me han dicho tantas cosas. Mejor me tomo el tiempo de pensarlo con más detenimiento y así veo todas las opciones.

Entre tanto, el tiempo inexorable avanza restando horas y días de ejecución, de disfrute, de logro.

Bueno, la verdad es que yo no soy así, me cuesta aventurarme en cosas nuevas. No es que no me guste, es que siempre he visto que algunos que comienzan se meten en deudas y luego no pueden salir de ellas, aunque otros si han podido.

Nuestro sistema de valoración está basado en gran medida, por lo que vemos y escuchamos, más que por lo que vivimos.

Ya cansado de caminar, decido recostarme de la pared y cuál es mi sorpresa que al apoyar mi peso contra ella, esta se desploma dejándome apreciar todas las posibilidades que estuvieron a mi disposición y no quise aprovechar por creer en las barreras que yo mismo me había impuesto sin darme cuenta que eran de papel.

La invitación para hoy: Volvamos sobre ese proyecto que tanto has querido hacer y no has logrado avanzar sobre él. ¿Lo tienes? Ahora, lista los motivos que crees que te impiden lograrlo. ¿Listo? Enuméralos y ordénalos de tal manera que El #1 sea sobre el cual tienes mayor influencia y en la medida que avanzas tu capacidad  de control va disminuyendo. Ahora actúa sobre las que tienes mayor control, luego el resto se ajustara a tus ritmos y exigencias.

 

Todo lo mejor para ti.-