
Dios, siempre está dispuesto a darme lo que sea y su disposición es mayor cuando doy algo desde el amor. Cada vez que entrego algo, ya sea un bien físico, dinero o una acción, por pequeña que esta sea, estoy creando las condiciones para recibir en compensación, un bien igual o mayor al entregado. Cabe destacar que lo mismo aplica para lo contrario, insultos, maldiciones, desprecios, entre otros.
La incomodidad aparece cuando espero recibir algo a cambio de lo que doy, sin darme cuenta que esta transacción es automática.
Es la expectativa generada por los egos la que me impide recibir, me niega el permiso al desear algo, sin darse cuenta que puede estar subestimando la, llamémosla “recompensa”.
La invitación de hoy: Baja las expectativas del ego, y abre tu corazón a recibir las riquezas que Dios tiene para ti. Si has vivido algo parecido, cuéntanos en los comentarios o comparte el blog con algún amigo, esto es algo que también se puede dar.
Todo lo mejor para ti.-