
A mí alrededor suelo escuchar personas hablando sobre y pidiendo tener más paciencia, ser más tolerantes, sin darse cuenta o sin pensar siquiera donde pueden o como alcanzarla. Tampoco se detienen a pensar en la manera en Dios les otorga tal condición. De cualquier manera, ser más paciente y/o tolerante, parte por permitir a otros y a mí, hacer o dejar de hacer.
El permitir requiere de valor y auto-conocimiento más que de magnanimidad o autoridad.
El problema de permitir es que siento que pierdo el control y es en este punto cuando aparecen los temores y el ansia por querer que las cosas sean como “Yo Quiero” en lugar de como son. Para evitar esa sensación, es necesario conocer que lo que da origen a la paciencia es el amor absoluto y en la medida que más ame, más podré ser paciente con lo que sucede a mí alrededor. El mejor ejemplo es el de los padres. Quien tiene hijos o conoce a alguien que los tenga, sabrá comprenderlo, sobre todo si los hijos representan un sacrifico extraordinario.
La invitación de hoy: Deja de pedir paciencia y comienza a fabricarla construyendo en ti el amor que te permita comprender y tolerar lo que sucede, en lugar de ese amor controlador que solo demora el desarrollo propio y el de los demás.
Todo lo mejor para ti.-