
Es común escuchar a mis clientes expresarse en términos confusos al hablar de valores, específicamente cuando confunden los valores morales con los personales, lo que a su vez es también una manera de evadir realidades que, de ser apreciadas oportunamente, pudieran evitar muchas situaciones de conflicto. Hablar de valores implica observar dos líneas que están íntimamente relacionadas y al no diferenciarlas, se genera la falsa creencia de estar actuando en consecuencia con lo que deseamos, aun cuando esto no sea del todo cierto.
Los valores son de dos tipos: Morales, aquellos que nos permiten mantener la convivencia social y Personales, aquellos que orientan nuestras decisiones.
En mis talleres cuando hablo de valores, las intervenciones se orientan hacia los valores morales, tales como: Responsabilidad, Integridad, Respeto, entre otros, todos muy valiosos y sobre los cuales se sustenta la convivencia social. Pocos, por no decir ninguno, responden sobre Familia, Trabajo, Fe, Salud, o cualquiera referido a la importancia de las diversas facetas de la vida cotidiana.
La invitación de hoy: Una vez más, este trabajo va orientado a organizar y priorizar, con absoluta sinceridad, tus valores personales, esos que hacen que con clara honestidad y sin culpa, que seas capaz de aplazar una fiesta entre amigos por un compromiso con tu hijo o tu pareja. Haz la tarea, escribe como son hoy y como deseas que sean. Así inicia esta actividad.
Todo lo mejor para ti.-