
El ego se apoya siempre en dos clases de emociones generadas por dos acciones que le dan poder. Los halagos y los agravios. Estas, son procesadas en grados totalmente individuales y genera pensamientos que, lejos de ayudar, restan al proceso de evolución personal. Los halagos, nos colocan en posiciones de superioridad y nos hacen pensar que somos mejores, llevándonos a sentirnos más que otros. Por su parte, los agravios, nos muestran otra parte importante de los egos, aquella que nos lleva a generar pensamientos muy negativos hacia los demás, ignorando que estos, en realidad, no hacen daño hacia afuera sino hacia adentro.
Si deseas conocer los egos de otros, puedes bien halagarle o agraviarle, en ambos casos, verás reacciones que mostrarán su personalidad.
Una vez fortalecidos con halagos o agravios, estos (los egos), proceden con la generación de pensamientos que reafirman ambas condiciones, con lo cual se alimentan las emociones que nos mantienen atados a realidades inexistentes, bien sean porque están en el pasado o porque no han ocurrido (y quizás jamás lo hagan). En ambos casos estaremos lejos del presente y ya hemos comentado las consecuencias de este hecho.
La invitación de hoy: No permitas que ni los halagos o agravios te alejen del presente. Está bien sentir alegría por éxitos obtenidos o rencor por agravios recibidos, lo que no está bien es conservarlos como excusas para mantenernos en dolor.
Todo lo mejor para ti.-
Bilko Castro Arias.