Regocijo.

Solo desde el sosiego que da el regocijo, puedes ver el mundo como es y no como quisieras que fuera.

No he venido a esta tierra a cambiar a otra persona más que a mí, a trabajar en mis angustias, temores, rabias culpas para transformarlas en enseñanzas, entusiasmo y felicidad propia que pueda compartir y contagiar a todos quienes me rodean. El juicio y el reproche quedan fuera de cualquier ecuación, porque estos lejos de propiciar cambios, generan retroceso en mi consciencia y avance hacia el SER en el que tengo por misión transformarme.

Cada acción tiene el poder de influir en mí transformación ya sea frenándola o acelerándola, la diferencia está en el regocijo que sientes una vez que cumples la misión.

Decidir hacer lo correcto se siente en el corazón, justo cuando tienes que tomar la decisión y justo después que aprecias el fruto de las mismas. Dios te da una palmadita en el hombro diciéndote “Lo hiciste bien hijo, lo hiciste bien.”.

La invitación de hoy: Cuando sientas el impulso, actúa con prontitud, si quieres pensarlo, piénsalo, pero no demores porque ese impulso es Dios hablándote directamente para que te muevas en pos lo que necesitas, por encima de lo que quieres.

Todo lo mejor para ti.-

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