Dios, el universo o como quieras creer de la divinidad, nos habla de manera permanente y continua, casi tanto como nuestros egos. La diferencia está en la calidad de los mensajes, la cual podemos apreciar tanto en las maneras, como en la cantidad de palabras empleadas, incluso en los verbos y la manera en que se dirigen a nosotros. Los egos son elusivos, nunca directos y hablan siempre de “yo”, mientras que la divinidad se refiere a nosotros como “Tu”, incluso como “nosotros” cuando comenzamos a ampliar nuestro nivel de consciencia. Mientras que los egos argumentan y justifican, Dios nos orienta sutilmente.

Una de las diferencias entre el Yo y el Yo Soy, la más visible y particular, está en la manera en que le escuchamos internamente.

Otro aspecto importante es que ambos hablan continuamente y si no estamos atentos, podemos confundir los mensajes, lo cual ocurre con mucha frecuencia y terminamos por apreciarlo, justo cuando ya estamos hasta el cuello y comenzamos a quejarnos, incluso reprocharnos las decisiones tomadas en base a lo que interpretamos como una señal divina.

Pero los mensajes están y es menester comenzar a prestar más atención.

De alguna manera, todos hemos recibido y seguimos recibiendo el llamado de nuestros SERES, uno que nos invita a explorar nuevos caminos (al menos para cada quien en el momento en que los reciba), nuevas materias que parecen avanzadas y también, parecen requerir cualidades especiales, pero no es así. La invitación es a recordar lo que somos antes de venir y lo que seremos una vez terminemos este proceso de aprendizaje.

La invitación de hoy: Abre tu mente y tu corazón a los mensajes de Dios y si abres ambos, no tendrás que diferenciarlos de los mensajes de los egos, ya que automáticamente sabrás que son de Dios y podrás seguirlos, aunque sepas que no será una tarea sencilla, básicamente porque renunciar a los egos tiene sus complicaciones.

Todo lo mejor para ti.-

Bilko Castro Arias

QAnon