Las emociones siempre están de nuestra parte, han sido diseñadas para ayudarnos, incluso a superar obstáculos y mantenernos con vida; conquistar aquello que anhelamos y diferenciar tanto a las personas como a las situaciones. También nos ayudan a ayudar a nuestros prójimos a través de dar amor y sentir compasión; incluso la rabia nos da un impulso a movernos hacia adelante en esos momentos de frustración. Hasta este punto, ver a las emociones desde esta perspectiva nos brinda una vida extraordinaria en la que podemos aprender de todo.
Durante las relaciones humanas en algún momento nos sentimos «lastimados por acciones de terceros». Palabras, actitudes o incluso inacciones, desatan en nuestro interior tormentas emocionales cargadas de sentimientos de ira y resentimiento.
La víctima se alimenta de nuestras emociones de ira y resentimiento, no le permitas que tome el control de tu vida.
Hasta aquí todos compartimos la sensación, porque de alguna u otra manera la hemos vivido, bien sea por propia experiencia o la de un cercano. Pero ¿Que ocurre si en este camino del despertar nos vamos haciendo responsables hasta de esas emociones?
Está claro que no es una tarea sencilla esa deasumir que somos responsables hasta de la rabia que sentimos porque alguien nos hizo X cosa. Sentirnos “víctimas” en algún evento, por haber perdido algo que considerábamos valioso, es la primera reacción y está dentro de lo normal. Lo no tan bueno es cuando esa actitud, la de “víctima”, comienza a convertirse en protagonista del día a día y las consecuencias bien las conocemos. El despertar es un camino lleno de obstáculos que son pruebas para nuestra madurez y esta comienza por hacernos responsables de todo en nuestras vidas.
Debe estar conectado para enviar un comentario.