
Sin importar el tipo de dolor, ya sea emocional o físico y sin tener importancia el lugar que duela, el píe, la rodilla, el corazón, la cabeza, etc. Este tiene su origen en la resistencia, consciente o no, hacia el cambio. Existe amplia bibliografía al respecto, uno de los más sencillos de entender es el libro de Louise Hey “Ud. Puede sanar su vida”.
La resistencia requiere esfuerzo, cuando mantengo el esfuerzo por tiempo prolongado, el dolo aparece.
Similar a cuando comienzo a hacer ejercicios luego de un tiempo de pausa. Para fortalecer los músculos debo enfrentarme a la resistencia del peso muerto de mi cuerpo o de equipos diseñados para tal fin. La consecuencia de la acción de levantar el peso o correr “X” distancia, es la rotura de ligamentos, la aparición del ácido láctico y la aparición del dolor. El resultado final, músculos fortalecidos. Igual ocurre con nuestras emociones, salvando los casos en los que el “apego” generado por la acción de egos alterados, no me permite soltar el esfuerzo y es cuando el músculo (el emocional) se atrofia. Si algo te duele es porque te resistes a soltar, ya sea el miedo a avanzar y a lo nuevo, a ser más flexible (con otros y contigo), entre otros.
La invitación de hoy: Identifica la emoción, lo que sientes cuando el dolor aparece y te darás cuenta como el dolor cede y las cosas comienzan a suceder de forma diferente a tu favor.
Todo lo mejor para ti.-