
Tanto mis sombras como mis más profundos secretos aparecen cuando el silencio se presenta en escena, como, por ejemplo, cuando el radio del carro se apaga por alguna razón y quedo atrapado en el habitáculo de auto, afortunadamente con aire acondicionado, y las voces internas comienzan a tomar protagonismo o cuando necesito algo de ruido para “concentrarme”. Nada de esto es cierto, solo necesito algo que distraiga mi mente de los pensamientos que me atan a aquello que me persigue y por alguna razón siento que, al ignorarlo, desaparecerá.
La única manera de iluminar las sombras y zafarse del peso de los secretos guardados es mirándolos y escuchándolos con amor.
Al final del cuento tanto mis lados oscuros como las culpas que guardo, son mías y nadie más que yo tiene el poder de quitarles poder. Sin justificación por lo que hice o deje de hacer, estas desaparecerán una vez las mire y las acepte como parte de mi, de lo que fui y como esas lecciones que han formado el ser que soy.
La invitación de hoy: Haz silencio en el exterior para que puedas apagar el silencio interior, entonces estarás listo para escuchar a Dios.
Todo lo mejor par ti.-