
En septiembre del 2019 publiqué un artículo titulado Ser el observador, en el que, brevemente describí una pequeña arista de lo que significa convertirme en el observador de mi proceso de vida. En él, expuse que, “Observar mi vida desde afuera, es como mirar una película, en la cual, el protagonista hace caso a mis observaciones y recomendaciones, previamente compartidas con Dios que me acompaña a mirarla”. Pero esta condición trae consigo muchos más beneficios que los descrito en ese artículo.
El único espacio/tiempo en el que puedo adoptar la condición de observador es, “El aquí y el ahora”.
Es en el instante presente donde/cuando, puedo descifrar sin complicaciones, todo el escenario, sus actores y las motivaciones. Así mismo, puedo percibir la guía de mi divinidad, que no es poca cosa. Entonces, al observar, gano comprensión de la situación y desde esa posición, tengo el poder de transformarla. Por su parte, la guía de mi divinidad, se muestra como alternativas de solución presentadas en orden, desde la más a la menos armoniosa.
En conclusión, terminan por abrirse todas las puertas.
Hasta ahora, solo se requiere que estemos atentos a nuestro presente, vivir de instante en instante, evitando las distracciones de los pensamientos sobre el futuro o el pasado. Para ello, es necesario que podamos aceptar nuestra condición actual como una consecuencia de actos pasados, que puede ser transformada.
La invitación de hoy: Practica la aceptación de tu realidad.
Todo lo mejor para ti.-
Bilko Castro Arias