
Cuando aprendemos algo, el primer impulso que sentimos es el de compartirlo inmediatamente con quienes nos rodean, especialmente si la nueva lección la hemos internalizado a tal punto que, comenzamos a incluir nuevos hábitos y conductas que a la vista de quienes nos rodean, especialmente a los más cercanos, parecen extrañas, sobre todo si la hacemos nosotros. Es en este punto cuando comenzamos a sentirnos fuera del montón, comenzamos a recibir críticas y si, no estamos preparados para ello, entonces, el nuevo SER jamás podrá surgir, opacado por creencias limitantes ajenas o propias.
El ego utilizará todos los recursos disponibles para mantenernos dentro del área de comodidad y demorando nuestro avance.
Pero la verdad es que cuando comenzamos a aplicar nuevas conductas, de nuevos aprendizajes, lo hacemos de manera muy torpe y obviamente sin práctica alguna. Simplemente comenzamos a actuar como hemos percibido que deben ser hechas la cosas o como se hacen y esto en sí es un caldo de cultivo para nuestros egos. La razón es muy sencilla, incursionamos en áreas desconocidas hasta el momento, con altas probabilidades de generar frustración y fracasos. Exacto, entonces las probabilidades de no avanzar son muy altas.
Aprender cosas nuevas nos impulsan a practicar, pero esta práctica muchas veces debe ser realizada antes de salir al mundo a contagiar con el ya mencionado entusiasmo.
La invitación de hoy: Asegúrate de tener conocimiento pleno y práctica suficiente antes de salir a compartir tus nuevas enseñanzas y en caso que ya lo hayas hecho, solo no te dejes vencer por los egos, persevera a pesar de las críticas y sigue el avance sobre tu propio camino.
Todo lo mejor para ti.-
Bilko Castro Arias