
No hay un parámetro ideal sobre la música en la meditación. Estamos dados a pensar que con música es mejor, tal vez porque esta, nos ofrece un foco de atención, pero la verdad es que al final, al ser un agente externo, contribuye más a nuestra distracción, sin en principio logra darnos un empujón, después, a lo largo del ejercicio, promueve la aparición de pensamientos aleatorios y bastará con que alguno conecte con la música para propiciar la desconexión total del ejercicio.
Lo cierto es que no necesitamos de la música para concentrarnos.
Si a estas alturas todavía estas argumentando en tu mente algo como, “Es que yo me concentro mejor con música” (lo cual no deja de ser una creencia), puede que estén ocurriendo algunas de estas dos cosas: Necesitas de ruidos externos para acallar los internos, lo que hará que la música, irremediablemente funcione como una muleta al momento de necesitar un punto de enfoque, o mirándolo desde una perspectiva más favorable, percibes que los pensamientos relacionados con esos sonidos, son la conexión con tu divinidad. En ambos casos, lo que necesitas es estar muy atento para identificar la fuente de las ideas que recibes al entra en el nivel de vibración alfa, ya que los egos aprovechan cualquier espacio para desconectarte de la realidad real.
Puede que, para iniciarnos en la práctica de la meditación, la música puede ser una excelente ayuda para la concentración, siempre y cuando esté alineada al objetivo de la misma.
Es importante, no solo que comprendas mentalmente, sino que internalices el hecho que, no es necesario ningún elemento externo para que tu cerebro logre disminuir la frecuencia vibratoria hasta el nivel alfa, por mucho que consideres que te ayuda o que le necesitas, esto termina siendo una distracción.
La música es vibración y como tal, debe poder ayudar a nuestro cerebro disminuir la vibración emitida en ciclos por segundo.
Mientras nuestro cerebro esté conectado con las emociones, no seremos capaces de alcanzar el nivel alfa y en consecuencia, nuestros ejercicios de meditación, en el mejor de los casos, serán imágenes aleatorias que nos conecten con el pasado o con el futuro, lo que nos alejaría del presente. Esto bien puede confundir al meditante al hacerle creer que ha logrado el objetivo del ejercicio, habiendo caído en la trampa de los egos. El ego más fuerte, es a su vez, el más hábil a la hora de plantar creencias en nuestra mente. Es el ego morado.
La invitación de hoy: Si crees que necesitas música para meditar o simplemente te parece mejor hacerlo así, más aún Si es el caso que, como en algunas prácticas orientales, es necesario alcanzar nivele específicos de vibración. Pero ten presente que debes avanzar al próximo nivel, en el que tu concentración no requiera de ayudas externas.
Todo lo mejor para ti.-
Bilko Castro Arias