
Hace un par de días comentaba sobre la meditación consciente y como esta, sirve como herramienta para mejorar nuestra vida, comenzando por nuestra salud. Pero, ¿Cómo se hace? ¿En qué consiste meditar exactamente? Estas preguntas tienen respuesta en la mente de cada una de las personas que viven en este planeta. De manera empírica, todos tenemos una idea de cómo hacerlo, aunque no tengamos consciencia de lo que buscamos con ella o deseamos lograr.
Mayormente nos quedamos con el hecho que, la meditación es un ejercicio de relajación.
Obviamente esto es cierto, aunque falte información. Claro que es un ejercicio de relajación y también es uno de enfoque mental, así como de conexión espiritual. Todo eso y más. Suena interesante y atractivo, y de hecho, lo es. Pero si es tan atractivo ¿Por qué nos cuesta tanto meditar? La respuesta, como siempre, es muy sencilla de entender, aunque muy complicada de asimilar.
He escuchado muchas razones por las cuales las personas dejan de meditar o simplemente ni lo intentan.
La mayoría de las frases son repetidas, “no veo nada”; “no puedo concentrarme”, “no tiene sentido” y así sucesivamente las personas van acomodando las excusas a sus propios sistemas de creencias. Aunque no estén del todo equivocadas, ya que, ciertamente no todos vemos o mejor dicho, sabemos como ver, tampoco todos escuchan voces directamente en sus sistemas auditivos. Todo es cuestión de preparación personal.
A pesar de todos los argumentos que se puedan esgrimir con respecto a la meditación, la verdad es que hay solo un único fallo.
Ese fallo es la falta de concentración y la poca capacidad de poder canalizar los pensamientos que invaden a cada meditante. Si bien no tenemos forma de controlar las ideas que brotan de forma aleatoria y dispersa, es importante entender que si podemos aprender a canalizarlos y darles salida. También es importante saber que podemos aprender a poner nuestra atención en una única cosa o pensamiento y dejar el resto pasar de largo.
Otro problema que se nos presenta a la hora de meditar es que no toleramos el silencio o mejor dicho, el ruido interno que escuchamos cuando aparece el silencio exterior.
Ese ruido son nuestros propios pensamientos y llegan a ser tan abrumadores que, sin darnos cuenta, entorpecen la concentración y con ello, impiden que establezcamos los resultados o la conexión deseada. Claro, no establecemos o logramos, porque en la mayoría de las oportunidades, no tenemos una idea clara de lo que queremos con la práctica de la meditación o porque simplemente, nos hacemos expectativas basadas en experiencias ajenas, lo que en definitiva nos ofrece resultados diferentes a nuestros deseos. Todo esto es resultado de la acción de nuestros egos.
La invitación de hoy: Comienza tu practica de meditación por lo básico. Antes de cerrar los ojos e intentar meditar, practica enfocar tu mente en una única cosa. Observa algún objeto por períodos de tiempo corto, 30 segundos, luego 90, después 2 minutos y medio y así sucesivamente. Cuando seas capaz de mantener tu mente enfocada en es objeto, entonces ya habrás iniciado el camino hacia una práctica sana y consciente de la meditación.
Todo lo mejor para ti.-
Bilko Castro Arias
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Gracias.