Nuestras verdades se encuentran solo cuando tenemos silencio en nuestro interior. No importa cuánto ruido hay afuera, este se puede minimizar con tan solo lograr el sosiego de la mente. Es aquí donde habita nuestro ego, básicamente porque su función es la de resolver situaciones, solo que al momento de no estar en armonía, comienza a generar conflictos que nos hacen sentir pesar y desolación.

Estas emociones no son más que una ilusión creada por el ego como un sentido de protección, nos aleja de todo aquello que considere una amenaza y cuando se trata de la luz, la amenaza es mucho mayor para el ego, que es precisamente lo que tenemos que sacrificar para acercarnos a Dios. El ego en sí mismo no es malo, se convierte en una carga solo cuando le damos el poder y el control de nuestras vidas y es entonces cuando nos alejamos de lo que es verdadero.
El sosiego de la mente consiste en acallar al ego que parlotea constantemente diciéndonos cosas que generan más conflicto y/o incertidumbre en nuestras vidas. Calmar estas ondas llenas de pensamientos mayormente negativos en contra nuestra y de otros es precisamente la tarea que tenemos a diario. Solo practica alguna de las herramientas diseñadas especialmente para ello. La oración en silencio ayuda a centrar tu pensamiento; la respiración consciente, esa en la que estas atento al aire que entra y sale por tu nariz, enfoca y relaja tu cuerpo; la meditación que acompaña a la oración te da la inspiración para bajar esos pensamientos a tu corazón y una vez allí, poder hablar con quien tiene las respuestas que tanto andas buscando. Si, el mismo Dios.
Todo lo mejor para ti.-